La ruta de monumentos vivos de Valladolid continua. Porque ¿qué serían de nuestras edificaciones civiles y religiosas sin un punto de sal y sandunga? Visto cómo está el panorama social, y puesto que no pasa un día en que no haya protesta y causa razonada para protestar, creo que los monumentos de la ciudad cobran otra perspectiva. Uno quisiera que no; y que viviésemos, como suele decirse, en el mejor de los mundos. Pero lo que se creyó ingenuamente casi el mejor de los mundos y una de las primeras potencias, resultó ser de trampa y cartón. Con mucha corrupción y poca solidez honrada en los negocios. Los afectados por la caída en picado de la economía y por la aplicación de medidas duras en las empresas protagonizan la ciudad y se hermanan con los monumentos. ¿O es también a la inversa? La bendita estación de ferrocarril, largamente centenaria, echa una mano a los obreros de Albitren y presta solidariamente sus rejas y el parquecillo de entrada para las reclamaciones. Esto fue ayer, pero que quede constancia.
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