diario de un vallisoletano curioso

martes, 28 de septiembre de 2010

Dos miradas

Dándose la espalda el uno al otro, aun perteneciendo al mismo hogar. Como la vida familiar misma. Estos miradores vacíos y esqueléticos, aun siendo del mismo edificio son de distinta complexión y diferente material. La casa, en la plaza de la Universidad, hace esquina. Los miradores más cálidos y alegres, los de madera, se abren al arbolado de la plaza. Es como si se pusieran de parte del espacio cívico y laico, transitado históricamente por estudiantes y empleados de comercio. Los de hierro, más enjutos y severos, dan a la calle Cardenal Cos, que es esa calle lateral de la Catedral que acaba donde el Berlín. Estos parecen manifestarse más en función de las liturgias y procesiones al uso que reclama el templo de la proximidad. Un edificio de dos caras. Desalojado desde hace varios años, espera una rehabilitación que, por el lugar donde se ubica, debe ser sumamente cuidadosa. La armonía que ofrece actualmente se tiene que respetar. Incluso con esa doble imagen. A dos calles, a dos ciudades. A dos miradas.



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