diario de un vallisoletano curioso

martes, 10 de enero de 2012

De El Segoviano a La Luna


Para mí sigue siendo el viejo El Segoviano. Uno se tomó en él sus vinos iniciáticos de juventud y le sale el nombre enseguida. Ya sé que muchos la consideran el patito feo del barrio. No en vano en su entorno se construyó nuevo (colocar edificios de ocho y nueve pisos en Mantería es la verdadera fealdad) y algunas casas de Alonso Pesquera fueron reconstruidas con alturas más aceptables. Pero para la actualización de la memoria de los mayores y perplejidad de nuevas generaciones el viejo caserón que antaño acogiera la taberna permanece ahí.

Difícil y ardua solución urbanística que tenga seso y no estropee más la zona es la que podría deparar a este caserón. Marco sorprendente que hoy es conocido como ese cálido, humanamente hablando, denominado Bar La Luna. Mi apuesta sería mantener la arquitectura presente, y ya no sé decir más (o no quiero) Es una reliquia de lo que fue la Plaza de la Cruz Verde en épocas anteriores, antes de que el desarrollismo convirtiera las calles en pozo y se cargara las estructuras de algunas plazas. En efecto, a la Cruz Verde le queda el nombre de plaza, pero no deja de ser hoy día un cruce de calles más, de lo más concurridode la ciudad, ciertamente.

Abogo por la permanencia del edificio que, acaso lo único que requiere, al menos externamente, es un remozamiento de sus fachadas. Ignoro su estado interior. Pero en cualquier caso es un testigo de otro tiempo que no sé si el Plan General de Urbanismo reconocerá a estas alturas de barbaries varias y modernas. No sé si el tiempo se ha parado en ese encuentro de las calles Mantería y José María Lacort, pero es lo único que vindica la memoria de una Valladolid casi inexistente.








2 comentarios:

  1. Sería una pena que lo demolieran, como hicieron hace un par de años con otro edificio de José María Lacort, que linda con el de la esquina de esta calle, donde la tienda de telas, que liquida por derribo, creo recordar.

    Dejan que los edificios se degraden hasta que Oh...! amenaza ruina, vamos a derribarlo y especulamos con el terreno para construir las horribles torres.

    El capitalismo cateto al servicio de la humanidad

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  2. Coincido contigo, Casilda. Para mí es un enigma que este edificio esté sobreviviendo tanto. Ignoro quiénes son sus propietarios y qué móviles hay o no detrás. A mí me gusta que siga, por ser testimonio del pasado y de un barrio que he pateado como ninguno, con hondas raíces desde que nací en él. Es atípico el caserón en estos tiempos pero eso aporta un plus de calma a una zona atosigada ya por tanta verticalidad excesiva.

    El capitalismo cateto, sí. Si por lo menos hubiera sido el calvinista...otro gallo nos cantaría.

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