diario de un vallisoletano curioso

martes, 22 de diciembre de 2009

Los vivas de la tolerancia


Me gusta esa porción de ciudad rompedora. Que la hay. Esos iconoclastas que rompen las imágenes deformadas de su espejo. Esos ciudadanos que salen del cascarón, para descubrir que hay vida más allá de nuestro cigoto. Esas gentes que se sienten ciudadanas del mundo. Esos paisanos que se encuentran a gusto cuando van a otras urbes, a otras regiones, a otros países, a otros continentes. Esos hermanos que respetan los lugares que visitan y respetan a los que nos visitan. Esas personas que quieren saber del otro y que descubren su mundo a aquél que quiere interesarse por uno. Esos que acogen a otros, vengan de donde vengan. Esos que extienden los brazos para tender puentes. Esos que extienden sus palmas para estrechar otras manos. Esos que borran fronteras. Esos que desbordan los límites. Esos que escuchan al otro para aprender del otro. Esos que hablan a los de afuera para que sepan de nosotros. Esos que sienten a los ajenos como propios. Me gustan esos vallisoletanos que entienden que nuestra ciudad es ciudad abierta. Y los que aceptan la tolerancia. Y los que arrancan a nuestras mentes de los colores grises. Y los que transmiten generosidad. Y los que invitan al apoyo mutuo. En fin, que me gustan los heterodoxos, porque de ellos resultará la riqueza de las comunidades humanas.

(Chocante encontrar la pintada de la fotografía en una calle del centro de la ciudad. ¿Exponente de todo lo que comento o simple boutade de un barcelonista que quiere hacerse notar?)



2 comentarios:

  1. Cualquier espacio es bueno, y sobre todo si transgrede lo que nos adocena y vulgariza, para compartir con los amigos el placer de la tolerancia abierta al encuentro y a la complicidad. ¿Porqué no romper la ortodoxia de estas fechas axfisiantes para desear algo tan heterodoxo como es la felicidad como expresión de la libertad?. Un abrazo

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  2. Naturalmente, Fernando. En la heterodoxia -ya lo dice el término- está la salvación. Independientemente de que las palabras sobre conceptos absolutos me rebelan -felicidad, libertad, amor, futuro, revolución, etc.- sí que salvo la capacidad de aspiración. Mirar hacia esos paisajes que nos aporten algo, ojalá mucho, de libertad, de cariño, de cambios, de placer, etc. y consolidarnos en ellos.

    Adelante a tuta machina, aunque no sepamos muy bien hasta dónde.

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